Carles Ruiz: "La auténtica transformación social es que alumnos de diversas realidades puedan convivir cada día"
Joan A. Pons-Serés (Presidente de PROiNFANTS) y Carles Ruíz (Director del centro)
Salt, Girona, más de un tercio de su población es de origen extranjero. Un 45% del alumnado tiene padres inmigrantes, y esto se traduce en un elevado desequilibrio en las aulas.
PROiNFANTS impulsa desde 2017 un programa de becas en la “Escola Pia” que, además de ofrecer una oportunidad a los niños y niñas con pocos recursos, quiere reducir la segregación y fomentar la cohesión social.
Hablamos con el director del centro, Carles Ruiz, que destaca esta diversidad como una oportunidad de crecimiento de la comunidad.
¿En qué consiste el programa anual de becas que financia PROiNFANTS?
Ayuda a cubrir los costes básicos de la escolarización de alumnos en situación social precaria. De este modo aseguramos que estos alumnos sigan escolarizados y mantenemos nuestro objetivo de hacer una escuela para todos y todas, también para las familias en situaciones precarias, y, evidentemente, el de dar una oportunidad educativa abierta, con una metodología poco tradicional, enfocada a trabajar la inclusión.
¿Cuál ha sido el impacto del programa?
Ha sido más que positivo. Nos ha ayudado a dar cobertura económica a familias necesitadas y tenemos una cantidad importante de alumnos en esta situación.
¿Cómo evolucionan los niños y niñas becados, y cómo influye el programa de becas personalizadas en el resto de alumnos que no se benefician directamente de estas becas?
Afortunadamente, con estas ayudas, nos aseguramos de que los alumnos becados sigan en nuestro proyecto, que trabaja por la inclusión y la transformación social y evitamos que se vayan a otras escuelas más céntricas pero que se han transformado en escuelas “gueto”, las públicas, con un índice de inmigración elevadísimo y el resto de concertadas con una mínima presencia de inmigración. Nosotros empezamos con un índice de inmigración del 87% pero, al ir creciendo todos los años progresivamente, hemos trabajado duro en hacer un proyecto para todos y actualmente estamos en un 50%. Esto significa que la población autóctona ha apostado por la escolarizar a sus hijos e hijas en un proyecto donde la diversidad está presente de forma equilibrada.
Esta es la auténtica transformación social: que alumnos de diversas realidades puedan convivir todos los días con normalidad, que no tengan que estar en centros diferenciados. En nuestra escuela ni el origen, ni la raza, ni la religión o la situación económica han de ser un obstáculo para la convivencia.
¿Cuál es tu experiencia personal en el mundo de la cooperación para la educación de colectivos excluidos o en riesgo de exclusión?
Mi experiencia es agridulce.
Por un lado es un gozo acompañar en su proceso educativo a niños y niñas en situaciones extremadamente delicadas e intentar que su día a día en la escuela sea una oportunidad de futuro, para que cuando sean adultos puedan mejorar el mundo. Puede parecer un discurso muy inocente pero son estas generaciones las que van a cambiar muchas situaciones y miradas si somos capaces de ofrecerles una buena convivencia real.
Por otro lado también hay situaciones muy amargas, familias que se van de la escuela para ir a vivir a otros países donde piensan que van a tener mejores oportunidades que aquí. Estas despedidas son muy duras para nuestra pequeña escuela porque intentamos potenciar la relación familia-escuela y generamos vínculos muy estrechos.
Y también es terriblemente triste que la Administración no nos dé el apoyo ni las ayudas necesarias por el hecho de etiquetaros con la marca “escuela concertada y religiosa”, a pesar de ser un centro de alta complejidad y haber conseguido en muy pocos años ser una escuela sin segregación.
|