Mari Carmen Gutiérrez es psicóloga general sanitaria infanto-juvenil, y desde hace casi cinco años colabora en el Centre Obert Martí Codolar, en el programa de gestión emocional financiado por Proinfants. Ella misma nos cuenta cómo es su trabajo.
En el centro trabajo principalmente en tres ámbitos. En primer lugar, realizando un acompañamiento psicológico individual a aquellos niños y adolescentes (con edades comprendidas entre 5 y 16 años) que más lo necesiten.
Por otro lado, como el perfil de la mayoría de familias con las que trabajamos tienen
tantas dificultades familiares, económicas y sociales, me dedico a prestar una atención más indirecta a todos aquellos menores a los que no puedo ver directamente: seguimientos puntuales, pautas a la familia y a sus educadores, coordinaciones con los diferentes servicios que le realizan acompañamiento (Servicios Sociales, EAIA, Escuela o Instituto, etc.).
Por último, mi tarea también es detectar, conjuntamente con los educadores de cada grupo, aquellos temas a abordar a nivel grupal con talleres, ejemplo, habilidades sociales, expresión y gestión emocional, respeto a sus iguales, técnicas de autocontrol y manejo de conflictos en el entorno familiar, etc.
La población con la que trabajo forma parte de un colectivo en riesgo de exclusión social: en gran parte, familias monoparentales, sin recursos económicos, cuyos progenitores presentan a menudo un historial de violencia, consumo de sustancias y alcohol, o formas de vivir precarias aquí y en su país de origen.
A todas estas dificultades, se les añaden todas las secuelas provocadas por la pandemia del Covid-19. Con esta combinación explosiva, en los dos últimos años me estoy encontrando consecuencias emocionales mucho más graves que antes: ansiedad muy elevada con ataques de angustia, aislamiento social, absentismo escolar y fracaso académico, baja autoestima, incremento de las inseguridades y miedo a enfrentarse a las dificultades, episodios frecuentes de autolesiones, insomnio, trastornos de la conducta alimentaria, impulsividad extrema con los iguales y miembros de la familia, etc.
En mi acompañamiento a los menores, el objetivo es conseguir que sientan que tienen
un espacio de completa confianza y confidencialidad, y que estoy aquí para ayudarles y acompañarles en su mejora.
Una vez que nos conocemos y hacemos una breve exploración psicológica, planteamos conjuntamente con ellos y los familiares una serie de objetivos terapéuticos. Para lograrlos, uso herramientas tales como técnicas de autocontrol y gestión emocional, relajación y respiración abdominal para gestionar la ansiedad, entrenamiento en habilidades sociales para mejorar su asertividad y capacidad de relacionarse, aumento de actividades positivas para mejorar el estado de ánimo, y técnicas específicas para trabajar y ayudarles a procesar los episodios traumáticos que hayan vivido.
Todo ello, siempre teniendo en cuenta la historia y los antecedentes personales y
familiares del menor, que considero esencial que puedan abordarse.
Obviamente, mi trabajo con los chicos y chicas es sólo un granito de arena, pero
resulta realmente gratificante estar presente cuando hacen una evolución positiva, te tienen como referente de ayuda y, a pesar de las dificultades de su entorno, están dispuestos a mejorar cueste lo que cueste.
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